lunes, 15 de febrero de 2010

Alimentación saludable III

DIETA MEDITERRÁNEA

Las primeras referencias científicas que nos encontramos cuando empezamos a investigar sobre la Dieta Mediterránea datan de finales de la década de los 40 del siglo pasado cuando la profesión médica y la población en general empieza a concienciarse de la importancia que la alimentación tiene para la prevención de multitud de enfermedades, sobre todo de las cardiovasculares y empiezan a observar que la incidencia de este tipo de enfermedades es menor en las zona rurales del sur de Europa lo que achacan a su estilo de vida, “muy activo físicamente, frugal y con una ingestión predominante de productos vegetales y reducida en productos de origen animal”, lo que da lugar posteriormente al concepto de “dieta mediterránea”.

Por tanto podemos definir “dieta mediterránea” como el modo de alimentarse basado en patrones dietéticos de los países mediterráneos, aunque sus beneficios están ámpliamente difundidos, podemos señalar que no solamente reduce la incidencia de enfermedades cardiovasculares y la obesidad, sino que llega a reducir un 33 por ciento la posibilidad de sufrir tumores gástricos y parece estar asociada a un menor riesgo de deterioro cognitivo leve tanto durante el envejecimiento como durante la etapa de transición entre la demencia a la enfermedad de Alzheimer.

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS

Abundancia de alimentos de origen vegetal: frutas, verduras, pan, pasta, arroz, cereales, legumbres y patatas. Frutas y verduras 5 veces al día, siendo una de ellas en forma de ensalada. Las frutas y verduras, ricos en fibra, nos aseguran las suficientes vitaminas y minerales y las pastas, arroz, patatas, pan y legumbres los carbohidratos complejos necesarios (el 50% del aporte energético diario), evitando el consumo de carbohidratos simples (helados y bollería).

Consumo de alimentos de temporada, a ser posible en su estado natural o hervidas con la piel.

Utilización de aceite de oliva virgen extra, tanto para freír como para aderezar y consumo de frutos secos, miel y aceitunas con moderación, ya que las grasas nos deben aportar el 35% de la energía necesaria, preferentemente las vegetales y en su caso las de origen animal proveniente de pescados azules porque es poliinsaturada. La ingesta de ácidos grasos saturados debe ser inferior al 10% de la dieta.

Consumir diariamente una cantidad moderada de queso y yogur.

Consumir semanalmente una cantidad moderada de pescado, preferentemente azul, aves y huevos, que nos proporcionan las proteínas necesarias (el 15% de la energía total), ya que estas proteínas son más completas que las de origen vegetal, aunque los vegetales debidamente combinados, v.gr. lentejas con arroz, aportan una proteína de calidad similar a la animal, pero sin colesterol ni grasas saturadas.

Consumo de carne roja algunas veces al mes.

Uso de hierbas aromáticas como una alternativa saludable a la sal.

Realización de alguna actividad física regular para hacer trabajar al corazón y mantener en forma nuestras articulaciones y nuestro tono físico.

De la importancia que en la actualidad se le da a la dieta mediterránea nos da idéa que en junio de 2007 el Gobierno español la propuso para su inclusión en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, siendo esta rechazada por el momento en la conferencia internacional que la UNESCO realizó en Abu-Dhabi.

Wikipedia.

Fotos cortesía de photos8.com

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