lunes, 17 de mayo de 2010

Participación y diálogo en la educación I.

El derecho a participar en la sociedad es como la conquista del resto de los derechos a lo largo de la historia, hay que ganárselo, es una lucha que no finaliza cuando se ve publicado en un boletín oficial, este es solo el primer paso de los muchos que son necesarios para que sea asumido por todos como lo que es la participación en la educación, un derecho y una obligación de todos.

Las consultas a la sociedad y a sus interlocutores, por parte de los distintos gobiernos, cuando han existido y se han planteado como tales, a la hora de afrontar cambios o nuevas leyes en educación, no han pasado del puro cumplimiento formal con un requisito democrático, salvo en el caso de la LOGSE, pero vacío de contenido cuando hemos visto su traducción a la realidad.

Pero la cosa no mejora en otras instancias, el dialogo sindicatos profesionales y asociaciones de padres es como máximo simbólico y si no referimos al diálogo padres/profesores o profesorado/alumnado/padres la realidad general no nos mueve al optimismo.

La creación de las «Asociaciones de Padres» y los «Consejos Escolares» como vehículos de participación más directa en la vida escolar por la LOGSE, provocó en unos casos la crítica, más o menos directa por parte de sindicatos profesionales y del profesorado, de injerencia en su labor profesional o ha sido vista como un peligro para el mantenimiento de un estatus mal entendido, y en otros el intento por parte de algunos partidos políticos de utilizarlos como “armas” contra el enemigo, todo esto ante su convencimiento de la ausencia de organizaciones democráticas ciudadanas de padres adecuadamente preparadas para defender sin sectarismos la mejor educación para sus hijos; o, más sencillamente, ante la pasividad, producto de la comodidad, de algunas de ellas, vinculadas o promovidas desde su nacimiento a algunos, digamos sectores sociales, ya sean religiosos o económicos.

Y lo que es más grave aún, el profesorado, en general, no ha facilitado en la vida real de los centros –más allá de los cauces formales– el diálogo con los padres, considerándolos frecuentemente más como «entrometidos» que como colaboradores en la educación de los hijos-alumnos.

El diálogo más importante, el de profesorado con el resto de la comunidad educativa no pasa tampoco por sus mejores momentos: desinterés; aburrimiento; violencia creciente; profesores sin alicientes ni recursos pedagógicos suficientes para afrontar los problemas de comportamiento y de motivación con que se encuentran un día sí y otro también, y en cuyo origen, además de «los padres» y la «sociedad», también está, en muchas ocasiones, la propia escuela.

Un profesorado que en muchos casos ni tan siquiera ha leído el Programa de Calidad y Mejora de los Rendimientos Escolares, participando o no, solo de oídas.

De la urgente necesidad de un mayor diálogo de los poderes políticos y la sociedad, del profesorado, de los/as padres/madres, del alumnado, de la urgente necesidad de una mayor participación de todos los sectores sociales en la educación es de lo que en esta serie de artículos queremos hablar, a sabiendas de que la esperanza es el mayor enemigo de lo «imposible». Solo un mayor diálogo y una mayor participación solucionarán los problemas que en la actualidad plantea la educación en una sociedad cada día mas exigente y necesitada de personas bien formadas y educadas.

La participación y el diálogo solo se va a desarrollar empezando desde la base, la participación de todos y cada uno de nosotros en el estamento más cercano, la escuela.

El fortalecimiento, mediante el asociacionismo de todos/as los/as padres y madres en las Asociaciones de Padres es el primer y más importante paso para la mejora del sistema educativo, y si me permiten decirlo es un paso no solo necesario, sino imprescindible si queremos mejorar la educación.


El diálogo y la participación en la educación de sus hijos.

Una vez dado el paso anteriormente mencionado, por si alguien no lo ha entendido sería el que todos/as debemos pertenecer a la Asociación de Padres del centro donde estudien nuestros/as hijos/as, debe generarse en la Asociación un debate basado en el conocimiento de los deberes y derechos que tienen éstas como tal y los padres en particular.

Una vez tengamos claro como podemos ayudar, participar, colaborar, etc. será el momento de llevarlo a la práctica sin sectarismos y pensando que cualquier paso que demos debe ir encaminado a posibilitar una mayor y mejor participación en los temas educativos.

Que los padres participan en la educación de sus hijos es evidente: formal o informalmente transmiten valores, pautas de conducta, hábitos y actitudes. Por otra parte, esperamos de la escuela que los alumnos alcancen el máximo nivel competencial, «el máximo desarrollo de su personalidad», «la formación en el respeto de los derechos y libertades democráticas» o la «preparación para participar activamente en la vida social». Y esto no puede conseguirse al margen de lo que sucede en la familia, ni tampoco, no nos engañemos, al margen de los medios de comunicación o del entorno social. Si nos ceñimos al marco escolar únicamente, lo cierto es que hoy en día participar en la educación de los hijos ha adquirido, al menos formalmente, una nueva dimensión: participar en la escuela.


Modelos de participación.

Es difícil delimitar con claridad qué queremos decir cuando hablamos de «participación de los padres en la escuela», porque ¿Qué hacen realmente los padres en la escuela? ¿Qué deberían hacer? La respuesta a esta última pregunta es, sobre todo, una cuestión ideológica.

Si pensamos en un modelo según el cual lo deseable es que la familia delegue sus funciones educativas, la participación de los padres tiene un momento clave: la elección del centro escolar que más se ajuste a la ideología y las creencias familiares.

Teóricamente, y a partir de esa elección, bastará seguir las pautas que se fijen desde el mismo y esperar los resultados. Podríamos plantearnos de inmediato si es posible multiplicar y diversificar la oferta escolar a estos extremos y qué ocurre entonces con los centros públicos.

Si por el contrario, priorizamos los aspectos más «técnicos» de la educación y pensamos que la escuela debe ocuparse de instruir a los alumnos fundamentalmente, queda bien claro que los padres, como no-profesionales de la enseñanza podrán aportar bien poco. Su «participación» se circunscribirá a aquello que pueda complementar el trabajo escolar programado íntegramente por los maestros: talleres, explicación de algún tema relacionado con su profesión, facilitar alguna visita, acompañar a los alumnos en las salidas. En una línea mucho más pragmática, ocurre que la aportación de recursos económicos se convierte a menudo en otra forma de participar.

La penuria en que se han movido hasta ahora muchos centros públicos ha hecho que los padres colaboraran en la compra del material del centro o simplemente en el pago de monitores para actividades extraescolares, etc. Ya que cuando la escuela no cubre todas las necesidades de las familias, a las expectativas de los padres, se crean clases paralelas en horario extraescolar. Es la «escuela sumergida». Así los alumnos pueden aprender informática, técnicas de estudio o aquellos conocimientos «realmente importantes» para encontrar trabajo en el futuro. Tal vez hayamos simplificado excesivamente lo que es hoy la participación de los padres, de algunos padres.

En cualquier caso creemos que es posible una gestión participativa y un control democrático de los centros escolares, la pregunta deja de ser «qué podemos hacer los padres” y pasa a ser «qué podemos hacer entre todos» (la comunidad educativa). No se trata de que el profesorado o la Administración «ceda» o «pierda poder» ante los padres, sino de trabajar por unos objetivos comunes, cada uno desde su ámbito, propuestos y asumidos por todos. En estos momentos, sigue siendo difícil plantear este enfoque de la participación sin un trabajo paralelo de información, formación y reflexión dentro de cada colectivo.

Si los docentes, que en mayor o menor medida disponen de recursos y espacios propios, encuentran serias dificultades, qué no sucederá con los/as padres/madres o con el alumnado. Por eso adquieren tanta importancia las actividades y servicios para padres/madres que diferentes instituciones están desarrollando desde hace tiempo: Escuelas Activas, Servicios de Orientación y Asesoramiento, cursillos y actividades para las APAs, etc. En muchos casos se trata de iniciativas municipales, que dependen de departamentos de enseñanza, equipos psicopedagógicos, etc. en otros (en su mayoría en la actualidad) las Federaciones de Asociaciones de Padres y las Confederaciones de Asociaciones de Padres son las que se ocupan de la formación y dinamización de los padres.

Video de Youtube.

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