miércoles, 17 de marzo de 2010

¿Alergias o intoxicaciones alimentarias?

En muchas ocasiones confundimos las reacciones adversas a los alimentos con las alergias alimentarias, dichas reacciones pueden deberse a otros factores, como pueden ser una intoxicación, intolerancia a un ingrediente de un alimento o aversión psicológica.

La alergia alimentaria es una forma específica de intolerancia, en la cual un alimento o uno de sus componentes activa el sistema inmunológico provocando una serie de reacciones en cadena, entre ellas la producción de anticuerpos, que provocan la segregación de sustancias químicas perjudiciales para el desarrollo de una vida normal, por lo que se debe eliminar el alimento causante de la dieta.

El sistema inmunológico nos protege de las proteínas extrañas, pero cuando “no funciona bien” puede detectar como amenaza sustancias que son normalmente inocuas, y las ataca mediante la producción de anticuerpos que reaccionan con los alérgenos, lo que a su vez produce una serie de reacciones que llevan a la aparición de síntomas alérgicos, que pueden ser de tipo respiratorios, moqueo, estornudos, asma, etc. cutáneos, erupciones, eczemas, prurito, etc., gastrointestinales, diarreas, nauseas, vómitos, etc., o sistémicos, shock anafiláctico.

Algunas reacciones alérgicas pueden tardar horas o incluso días en desarrollar los síntomas.

Es frecuente que las alergias a los alimentos se hereden y suelen detectarse en los primeros años de vida, aunque en su mayoría las reacciones alérgicas alimentarias son leves en algunas personas pueden provocar reacciones graves con peligro de muerte, llamadas anafilaxis.

Los alérgenos alimenticios más comunes son la leche de vaca (más común en bebés y su prevalencia disminuye con la edad), los huevos, la soja, el trigo, los crustáceos, las frutas y los frutos secos (dura toda la vida y puede ser mortal).

Aunque los aditivos alimentarios no suponen ningún problema para la mayoría de la gente, un número reducido de personas con determinadas alergias pueden ser sensibles a algunos aditivos, como ciertos colorantes y sulfitos.

Como todos los aditivos alimentarios deben figurar claramente en las etiquetas de los alimentos, aquellas personas que crean que pueden ser sensibles a un aditivo, pueden evitar consumir aquellos que crean que pueden ocasionarles problemas.

Aunque la capacidad alergénica de algunos alérgenos desaparece o disminuye cuando se procesan o cocinan la presencia en pequeñas cantidades de un alérgeno en alimentos procesados o en platos consumidos fuera de casa sigue siendo un problema sin resolver.

La intolerancia alimentaria afecta al metabolismo, pero no al sistema inmunológico, puede tener síntomas similares a los de una alergia y se da cuando el cuerpo no puede digerir correctamente un alimento o uno de sus componentes, aunque las personas que sufren una intolerancia pueden consumir generalmente pequeñas cantidades del alimento sin que se den síntomas hay excepciones como en caso de las personas sensibles al gluten o al sulfito.

Las dos causas más comunes de intolerancia alimentaria son la lactosa y el gluten.

En el caso de la lactosa, que se encuentra en la leche, se produce por la baja actividad de la enzima lactasa, presente en el intestino delgado, no se puede digerir y pasa al intestino grueso, donde fermenta y provoca flatulencia, dolor y diarrea. Un 70% de la población mundial tiene algún grado de intolerancia a la lactosa, siendo un fenómeno común en Oriente Medio, India y zonas de África. En Europa se da en cerca de un 5% de la población blanca y entre el 50 y el 80% de los grupos étnicos.

Hay que resaltar que algunas personas con intolerancia a la lactosa pueden tomarse un vaso de leche o consumir quesos duros y productos de leche fermentada sin tener síntomas al tener un nivel de sensibilidad más alto.

El caso del gluten por su importancia vamos a desarrollarlo en un artículo aparte.

El diagnóstico de las alergias y las intolerancias alimentarias debe realizarse siempre por un médico especialista que realice tanto un historial detallado de los antecedentes, un reconocimiento físico completo, así como pruebas cutáneas, dietas basadas en la eliminación de alimentos, pruebas de sangre o de estimulación alimentaria a doble ciego.

Una vez realizado el diagnóstico la única forma de prevenir las reacciones alérgicas es la de eliminar dicho alimento o componentes de la dieta, en el caso de intolerancia alimentaria puede ser suficiente limitar la cantidad de consumo del alimento que causa problemas, para lo cual es fundamental la colaboración de fabricantes y minoristas de alimentos, tanto a la hora de informar sobre la presencia de alérgenos, como a la de evitar la contaminación con alérgenos que estén presentes en otros productos y la de un dietista que vigile que la dieta es completa, variada y equilibrada.

Es conveniente ir siempre identificado como alérgico y en caso de reacción alérgica grave se debe llamar inmediatamente a un médico o una ambulancia.

Fotos cortesía bancoimagenes.isftic.mepsyd.

No hay comentarios:

Publicar un comentario